GEOTURISMO

El macizo de la sierra de Grazalema es el extremo más occidental de la Cordillera Bética y el área donde se registran los mayores niveles de precipitaciones de la Península Ibérica. Y es que su acentuada altitud ejerce de muralla contra los vientos húmedos del Océano Atlántico. Pero, además, son muchos los fenómenos geológicos kársticos que se han producido en nuestra zona ya que el tipo de roca predominante es la caliza.

Del efecto erosivo de estas abundantes precipitaciones, resultan notables e imponentes cañones (Cañón de Buitreras), gargantas (Garganta Verde, Garganta del Cupil), riscos y cortados. Asimismo, la sierra de Grazalema es considerada una de las más abruptas de Andalucía debido a la multitud de grietas y fracturas en el terreno (efectos de la colisión de las placas africana y europea en la corteza terrestre). Esto permite la filtración de las aguas, que fluyen por el subsuelo. Como consecuencia, en nuestra sierra abundan los manantiales (Nacimiento de Benaoján), cuevas, simas (Simas del Pozuelo) y sistemas hidrogeológicos (Hundidero-Gato). Algunos de los cerros más importantes en nuestra zona son el Tavizna y el Hacho.

Otra de las rocas predominantes en esta zona es la arenisca. A diferencia de la caliza, estos materiales favorecen la existencia de cursos de aguas superficiales (Gaudares), que moldean valles y llanos (Valle del Guadiaro, Llanos de Líbar) formando dolinas y poljés (el de Líbar es uno de los más importantes de Andalucía).

En las zonas más altas también se pueden encontrar unas formaciones muy particulares de nuestras sierras llamadas canchales (o casqueras). Su origen se debe a fenómenos periglaciares durante el Pleistoceno. Además, las características de estas cumbres han sido aprovechadas por el hombre para crear pozos de nieve y, en zonas más bajas, hornos de cal (o calderas).

La Cueva de la Pileta

Esta cueva merece una mención especial pues fue declarada Monumento Nacional de Arte Rupreste en 1924.

Situada en el término municipal de Benaoján, fue descubierta en 1905 por José Bullón Lobato, un agricultor que arrendaba la finca en la que se encontraba. Desde entonces ha sido estudiada por un gran número de científico e investigadores. Con sus casi 3.000 pinturas, correspondientes a distintos periodos prehistóricos, es también una de las muestras de arte rupestre más importante de la Península Ibérica. Los animales son los protagonistas (caprinos, caballos, cérvidos, búfalos y peces), siendo “el pez” y “la yegua preñada” las más conocidos.

Entre los muchos restos hallados, se encuentran dos copas ovaladas en forma de casquete craneano, un vaso de tipo argárico (que se conserva en el Musero Arqueológico de Málaga), útiles de hueso, conchas y materiales cerámicos. Quizá uno de los más llamativos sea “La Venus de la Pileta”, una especie de colgante cuya forma recuerda al cuerpo de una mujer.

También se han encontrado restos óseos. Algunos de ellos fueron estudiados, incluso, por el Museo Británico de Historia Natural. En el propio Centro de Interpretación Espeleológica de Montejaque está expuesto un fragmento de maxilar inferior humano perteneciente a un individuo infantil al que los expertos sitúan entre el Neolítico y el Bronce.

Además, un grupo de científicos están estudiando una serie de similitudes entre los signos encontrados en esta cueva y los de Nerja y Navarro pues apuntan a un sistema de comunicación que podría suponer el origen de la escritura en el Paleolítico Superior.